domingo, 13 de noviembre de 2011

De Repente

Sí, de repente... no puedo hacer nada más que cargarte en la mente, pues que cada pensamiento que le sigue al anterior llevan siempre la misma información, cada hoja que visualizo sin querer, por título lleva tú nombre firmada con el recuerdo de algunos besos.
Además de la lentitud del día y tú sonrisa como pretexto para idiotizarme no percibo colores en el aire, creo que se han ido contigo, como los vendedores ambulantes.
No estoy delirando. Mentira, deliro todas las noches. Busco el silencio para no interrumpir la melodía que resuena imaginaria en los oídos, desde Nantes, desde Beirut, la escucho atenta.
Durante la tregua pasajera con los sentimientos y con el  corazón, te filtraste impredecible <lo presentía>,  yo no pude ver como avanzabas dentro de mí, pero lo supe, lo sentí. Ahora me doy cuenta, desde cuando me atrapaste y reconozco sin equivocarme el momento inconfundible. Yo no sé qué sientes, pero lo sé, sientes igual que yo.
Radiación, mutaste algo de mí, evoluciono por simple gusto, por ser mejor para mí y compartir eso algún día contigo y si no, con quien me toque vivir el instante.
Apaciguar los pensamientos es sólo un estúpido intento porque el cielo azul, la gente zombie y hasta las hormigas insisten en recordarme que te recuerde. Y te recuerdo, siempre, a cada instante.

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