lunes, 26 de diciembre de 2011

Lluvia

La mañana me miraba triste con un sol oculto entre nubes que anunciaban la prontitud de la lluvia. Los relieves del piso de la solitaria y callada estación del tren me mostraban paisajes imaginarios, que presentaban en mi cabeza los verdes campos Suizos. Los recuerdos de una tarde de verano en aquella casita azul y techo blanco regresaban a mi paladar el sabor de las frutillas que nacían en tremendas cantidades en los arbustos cercanos a la vena de río que pasaba por ahí. Todo era tan lejano, ahora no estaba más en aquél lugar. Esperaba el tren el que me llevaba de vuelta a otro sitio. 

Las vías sin fin, viejas, oxidadas y marchitas como mi propio espíritu desvanecido en la multitud de partículas que rondan eternamente, mencionaban que aún estaba aquí, existía.

Pero mi camino ya no era claro y nada podría despertarme si yo regresaba. Tomé un cigarrillo maltratado que saqué de uno de los bolsillos de mi vieja chamarra. Tragué el humo y me levanté del asiento. 

Caminé lento dejando atrás, en ese asiento de aquella estación, la única y pequeña maleta que contenía apenas ropa, el boleto y el tren que silbaba, chillando que en cinco segundos quedaba estático.

Inicie lo que me quedaba de vida con un cigarro encendido, mi billetera y el cuadernillo de vivencias que jamás me abandonará. La lluvia cayó de repente fría y reavivante, mojándome en gran parte.















sábado, 24 de diciembre de 2011

El Accidente Navideño

Iba cierta madrugada caminando por un solitario parque de Nueva York. Tenía los pies congelados y la chaqueta cubierta de nieve. Ya no sentía la nariz y tampoco las orejas. Mi vida era un total fracaso. Lo admito, estaba ebrio y desempleado. Mi prometida me dejó después de seis años de noviazgo para irse con tipo millonario y mayor que ella por mucho, usaba pastilla azul. Mi madre había muerto, mi padre era un vagabundo perdido y drogadicto. Habían embargado mi casa y me quitaron el auto. Me robaron a Trinny, mi querida y malhumorada perra schnauzer al igual que mi billetera con todas mis tarjetas de crédito e identificaciones.

Acomodé mi cansado trasero en una banca y disfrute del silencio nocturno acompañado de mi única compañera, una enorme botella de whisky barato y de pésima calidad. Cuando al fin el sueño llegaba como un héroe para alejarme de la realidad de este mundo, un fuerte y lejano ruido distrajo mi atención, sentí en las piernas la vibración de un golpe, creí, entre mis alucinaciones, que se trataba de un enorme elefante volador que había caído del cielo.
Caminé despacio siguiendo el eco del ruido que aún resonaba inquietamente en la profundidad de mis oídos, en el fondo, la única explicación que consideraba era la del elefante volador.
Entre los árboles pude visualizar un enorme bulto oscuro, envuelto en sombras pero, ningún ruido, ningún movimiento. Seguí caminando hasta quedar a escasos dos metros de la criatura. Me llevé un tremendo susto cuando de golpe y sin previo aviso, la figura se iluminó por completo, adornada de bellísimas luces blancas y rojas además de canciones navideñas. No podía creerlo, era 24 de Diciembre y tampoco podía creer que frente a mi estaba un gigantesco trineo, con renos, un costal de al menos 10 metros y un gordo sujeto con barba blanca e  inconsciente. Era muy difícil de creer, pero estaba seguro que, aunque era tan obeso como un elefante, se trataba del auténtico Santa Claus. Era mi gran oportunidad, el podría ayudarme.
Puse en su boca un chorro de whisky y golpeé ligeramente sus redondas y rosadas mejillas. El tipo comenzó a reaccionar hasta que al fin pudo abrir los ojos. Tosió y poniendo una cara de rechazo dijo que el whisky era realmente asqueroso. Me disculpé y expliqué a Santa lo que había ocurrido. Él movió la cabeza, se sentía aturdido.

Después de algunos minutos me agradeció por ayudarlo y me dijo, un tanto acelerado que debía irse pues ya había perdido mucho y debía entregar muchos regalos aún. Intente explicarle a Santa mis problemas y pedirle ayuda, pero el tenía tanta prisa que dijo que hiciera una carta y tal vez el siguiente año podría ayudarme. Jaló las riendas de sus renos y se despidió.

Estaba confundido, Santa no me ayudaría y si él no lo hacia, ninguna persona lo haría. Me enojé, el gordo me ignoró y ahora simplemente se iba. No puede controlarme, tomé la botella de whisky entre mis manos, lo miré directamente a los ojos y dije Adiós Santa Claus para impactar la botella en su cabeza. Trozos de vidrio quedaron esparcidos en la nieve y una gota de sangre escurrió. Los renos se alteraron y los nervios me invadieron.

Presuroso tomé el costal y lo arrastré con todas mis fuerzas, el resto es historia. Ese año Santa Claus no llegó. Los padres de cientos de niños tristes salieron a buscar costosos juguetes en tiendas caras. Yo vendí todos los juguetes del costal. Junté mucho dinero, tanto que pude abrir mi propio negocio, una jugueteria “Los Juguetes de Santa“ ahora soy rico, mi vida quedó resuelta desde aquella noche. Yo sé que arruiné la navidad y seguramente Santa me odia pero, todo va bien, no lo maté. Al siguiente año el regresó al trabajo y entregó regalos por todo el mundo.

Yo tengo muchos clientes, los padres de los niños siempre vienen a comprar juguetes, se previenen por si Santa Claus no llega a repartir regalos para navidad.

Jo-Jo-Jo


Bruja Grinch

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Con toda seguridad

Después de Vivir te Mueres.

Pesca

Se adentró al mar, luchando contra espesas olas. Controló el peso de la conciencia y arrojó el combustible orgánico al corazón. Esto alentó su motor para afrontar las consecuencias. Corria peligro, más que otras veces, pero, pelear contra la tempestad siempre ha sido la misión.


Tres bocas que alimentar con el pescado fresco que halláse perdido entre la tormenta. Entrará en su vieja red en busca de refugio sin poder escapar después de su verdadero destino.


Pero esa carne no entra a su boca, porque su vida poco le importa. Ha asignado valor, comerán las que importan más. No, no es un caso cruel, así manifiesta su amor sin que lo noten. Sonríe y traga saliva. El estómago lo tortura y recurre a la fruta pequeña que a veces encuentra. Ellas no se dan cuenta. Pero él, ese joven de 18 años es el hombre. Él debe cuidar a mamá y sus dos hermanas. Por eso toma su lancha y sale a pescar.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Matar al Enemigo [Fragmento]

-Toma el Arma.

-Pero yo no sé disparar, jamás lo he hecho.

-Te digo que la tomes.

-Pero... señor

-¿No entiendes?

El sujeto tomó el arma que el otro mostraba frente a su cara, tenía miedo y temblaba como si hubiera sido sumergido en agua helada. La pistola le parecía muy pesada, nunca tuvo una en sus manos que no hubiera sido de juguete.

-Señor, yo no quiero hacerlo

-Si no haces lo que te digo tu cabeza volará en pedazos. ¿Puedes ver ese bote de basura que está allá?

-Sí, sí señor.

-Ahí quedarán tus restos. Sólo me tomaré el atrevimiento de guardar una de tus manos. Esa en la que llevas el anillo de matrimonio, que brillante seguro costó una fortuna. Se la enviaré a tu esposa, probablemente quedará traumatizada cuando abra el paquete y encuentre en el interior esa cosa ensangrentada, las niñas tampoco podrán superarlo nunca, pobrecillas.
-No te metas con ellas.

-Shhhh tranquilo Scotty, ya sabes lo que tienes que hacer y entonces, después de eso podrás volver tranquilamente a tu casa, abrazaras a tus pequeñas hijas y le harás el amor a tu esposa toda la noche. Estuviste cerca de la muerte y el sexo te regresará a la vida. Ahora, levanta el arma y tómala con ambas manos.

-Estás enfermo. Eres un jodido psicópata.

-¿Estoy enfermo? Sí, ¿Soy un jodido psicópata? también- el hombre termino la breve secuencia de preguntas y respuestas, miró al vació y después dejo salir con toda la vehemencia que podía una estruendosa carcajada y agregó -Scotty, se ve que eres un hombre muy bueno. Trabajas todo el día para ofrecer la mejor vida a tu hermosa esposa, tienes dos autos, una linda casa, los domingos de parrilladas, un excelente puesto en esa compañía que es lo mejor del momento. Incluso tienes unos zapatos costosos, eso sí, te falta un reloj. Creo que haré mi última herencia.- jaló la manga de su traje para dejar al desnudo su muñeca, traía un bellísimo reloj que enseguida demostraba poder y fortuna. Se lo quitó en un momento y estiró la mano para ofrecérselo a Scott.

-Yo no quiero tu reloj.

El hombre sonrío y chasqueó tres veces la boca en forma de negación, emitiendo un ruido parecido al que se hace cuando llaman a las ardillas y dijo - ¿Sabes cuál es tu problema Scotty? tú siempre quieres ser mejor que los demás. Claro que, ser así tiene sus ventajas, por esa forma tuya tan necia es que tienes el puesto que tienes pero la gran desventaja de todo esto es que no puedes aceptar un simple reloj que un amigo te regala. En tu mentecilla está la idea de que si lo aceptas demuestras debilidad. Muy mal Scotty, debes ser humilde. Ahora acepta este obsequio que te hago. Vamos muchacho ¿nunca usaste uno? ponlo en tu muñeca.

Scott extendió la mano y lo tomó. Lo miro por un instante, de verdad que era hermoso. Una joya exclusiva que seguramente pocos tenían. Colocó la pistola bajo el brazo para poder colocarse el reloj y una vez puesto el sujeto extraño dijo -Maravilloso Scotty, cuídalo mucho. Vale más de lo que tú ganarías en un año de trabajo. Ahora que he sido un hombre muy generoso estoy seguro que llegaré directamente al cielo. Quizá Dios se levante de su asiento para ofrecérmelo a mí- Las risas del hombre envolvieron la atmósfera en donde parecía que el aire pesaba y dificultaba respirarlo.

Scott no tenía alternativa y lo sabía. No podía huir, de hacerlo el hombre lo mataría a él y a su familia. Algunas horas antes, cuando fue capturado él sujeto le advirtió sobre lo que pasaría y además le contó detalle a detalle lo que Scott y su esposa hacían durante el transcurso del día. Minutos después aquél sujeto hizo la extraña propuesta y le ofreció agua que, seguramente llevaba algún químico porque de momento Scott cayó desmayado y despertó algunas horas después.

Todo estaba muy bien planeado, pensó Scott. Y decidió sin dar más vueltas al asunto que debía hacer lo que el hombre quería. Tenía miedo pero saber que la vida de su esposa e hijas estaba en juego le otorgaba cierto valor. Un valor que en raras ocasiones mostraba porque él no era un hombre de violencia. Apenas tuvo peleas en su adolescencia pero contrario a eso, había ganado muchos amigos que le apreciaban bastante por aquél sentido de justicia que siempre mostró desde muy pequeño. 

Una vez, aún en el colegio llegó un chico nuevo a la clase, los problemáticos del salón lo esperaron al receso para darle una bienvenida pero Scott lo sabía porque él era amigo de todos y de ellos también. El muchacho nuevo caminaba solitario por un pasillo del patio cuando fue acorralado por los demás niños que se mostraban desesperados por golpearlo y además quitarle su dinero. Pero antes de que el más grande impactara su puño en el ojo izquierdo y azul del nuevo, Scott llegó y dijo -Chicos, no es necesario golpear a este compañero, es amigo. Antes de salir al receso le hablé de todos ustedes y él muy amigablemente ofreció invitar el desayuno a todos nosotros el día de mañana. Qué pena que ahora le hagan ese recibimiento, seguro se ha retractado de la oferta. Los demás chicos lo miraron sorprendidos y el del puño cerrado y apretado miró al niño que continuaba frente a él, temeroso y angustiado y le pregunto –Hey, eso que ha dicho Scott ¿Es verdad? pero el muchacho no entendía nada de lo que pasaba y a penas pudo contestar - eh, sí, sí. Eso es verdad pero veo que no soy bienvenido. Todos tiraron carcajadas y Scott colocó un brazo sobre el muchacho nuevo para llevárselo a otro lugar del patio, volvió la cara a los demás y les recordó - Chicos, mañana recuerden que él nos traerá desayuno a todos, ahora es nuestro amigo. No intenten espantarlo o podríamos perdernos de unas deliciosas salchichas. -No, no Scott, no hay problema. Hey, amigo. Esperamos mañana la comida y discúlpanos.

Los recuerdos se le fueron esfumando de la mente. Ahora no podía hacer nada que no fuera lo que desde un principio el sujeto le dejo claro. Enormes gotas de sudor comenzaron a llenarle la frente y escurrirle de las patillas. Estaba a punto de cometer un crimen.

- Se termina el tiempo Scotty. Será mejor que te apresures. Después de esto tienes una misión más que hacer o de lo contrario- guardó silencio por un momento y terminó diciendo en forma de canción - Conoces las consecuencias.

Scott tomó del arma con ambas manos y apuntó a la frente del hombre. Este no se movió y en sus ojos mostraba tanta calma como el mar en un día de verano. Verlo así, con tanta paz y tranquilidad desconcertó a Scott pero ya no importaba lo que pasara después, tenía el tiempo en su contra.

-¿Qué pasará después?

-Después, tomarás de mi bolcillo algo que es para ti. Te irás pronto para que cumplas con la última tarea. No dejes rastros, debes ser muy cuidadoso. Tanto como lo eres en tu trabajo con todos esos números que tienes a cargo.

-¿Mi esposa estará bien?

-Claro que sí. No seas desconfiado Scotty. Termina ésta y la última tarea que te he encomendado, debes llegar a cenar. Pero recuerda, si intentas salirte con la tuya... dejemos las cosas malas y sigamos.

-Muy bien, no te muevas.

-Gracias Scotty, eres un buen muchacho. La vida te recompensará por tu bondosa acción- y las carcajadas salieron de nuevo de la boca de aquél sujeto.
Scott, suspiró y miró por última vez los ojos relajados del sujeto. Apuntó y espero unos segundos intentando responderse si lo que hacía era lo correcto, fue interrumpido por las palabras ansiosas del hombre que lo esperaba -Queda poco tiempo.

-Adiós- dijo Scott y jaló del gatillo. La bala atravesó con toda la rapidez posible la frente del extraño. Éste se derrumbo y quedó tirado en el suelo con una ligera expresión de tranquilidad en la cara. Con las piernas extendidas y extrañamente con ambas manos en el pecho. Era todo un muerto acomodado dentro del ataúd.

Scott, estaba sorprendido. Acaba de matar a una persona que se lo había exigido. Pero el tiempo seguía y ahora él no tenía oportunidad para detenerse a meditar. Debía seguir. Vació el bolcillo del muerto tal como este se lo había ordenado. Salió del lugar sin mirar atrás. Se escurrió oculto entre las sombras, como un insecto, como una cucaracha. Olvidó por un instante que se había convertido en un asesino y que el cadáver de su primera víctima estaba atrás, apenas a unos pasos de él. El juego debía continuar.



miércoles, 14 de diciembre de 2011

La Red

El hombre que nace de la tierra, de su madre que es la gloria incierta de la naturaleza. Madre tierra. El hombre es mujer o varón con semejanza de inteligencia que delinean a cada persona individual, con similar anatomía y de ellos sólo hace diferencia aquél que juzgó (si es qué existió) desde arriba y que llenó como una plaga la mente de la humanidad. No reclamo las injusticias históricas que la ley enuncia sin igualdad de género, sin imparcialidad de sexo contra la mujer desventurada y desgraciada. De Lilith a Eva, de bruja y hechicera es culpable de tragedias todas juntas, todas ellas pero insisto, son abusos y de estos crímenes irreparables no se olvidan porque dejan huellas.

Ella sólo sonríe al sol, luna y estrellas. Porque ella y yo somos el homenaje, la esencia de la vida y de la tierra. Aún repito que no reclamo, por los actos pérfidos que musitan miedo y enloquecen a mis amigas las mujeres y son sólo ellos, los hombres que entorpecen pero solamente los que faltos de dignidad y autodesprecio sienten, los que levantan la mano y violan a las niñas inocentes. 

Con una hebra, un hilo de mi pelo castaño arrancaré audaz y pareceré agresiva pero será para tejer sin que sepa, la red que enjaula, al hombre egocentrista y a la mujer traicionera que inducen a la guerra y desigualdad obtusa. Quedarán atrapados los estúpidos pensamientos de inferioridad y superioridad. Todos somos iguales pero con diferente capacidad de amar, no por qué de reglas se trate, no por qué ellos menos y ellas más. Se trata de desequilibrio emocional. Yo me amo y me respeto y así igual haré con aquél al que quiero.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Ajeno

Frente al espejo veo una cara con la misma palidez que la de un enfermo. Los ojos hundidos pero el globo ocular parece más grande y el iris se muestra completo y desesperado. Las mejillas están chupadas. Hay una calavera frente a mí con una delgada capa de epidermis. 
Entre unas manos flacas está la cara y estas aprietan con fuerza y jalan el pelo y entierran las uñas.
La respiración suena profunda y veloz.

Sigue la cara frente a mí. Se está transformando en el demonio oculto. Entonces ellos aparecen y sigo viendo a través del espejo como susurran al rostro, están atrás de aquélla. Son los mismos que yo conozco. Son mis amigos del infierno con los que hablo y entonces entiendo, la cara que veo es la mía. Y me da miedo. Le temo a la que está frente a mí. Soy yo, pero luzco diferente.

- Hazlo, hazlo, hazlo - gritan todos entre carcajadas.

Y entonces me estoy perdiendo, porque dentro de mí la dueña del nuevo rostro reclama el cuerpo que poseemos. Y otra vez se transforma, se está riendo. Ha caído en la locura y yo no puedo hacer nada más. Me dejo llevar y entre las tinieblas diviso como ellos colocan largas líneas de heroína. Y esa que está frente a mí, la que soy yo, inhala profundo y yo me pierdo porque ya no puedo ver más con sus ojos el mundo. Desde hoy quedo oculta y evaporada. No existo.



miércoles, 7 de diciembre de 2011

Cerdos Asquerosos

Acompaño a una mujer, puedo adivinar quién es pero luce diferente. Caminamos por una calle desolada y opaca. Es de noche y el cielo está oculto por una espesa manta de nubes. El lugar es pesaroso y mísero. Podría jurar que una maldición se apoderó del sitio llevándolo sin cuestionamientos a la ruina. Ella no habla y yo tampoco.

Seguimos caminando y doblamos en la esquina menos incitante para llegar a la puerta de una casa pequeña y pobre. Ella toca y una mujer desgastada se asoma por un agujero que atraviesa la pared.


-Pasen, Pasen- Dice ella con una evidente expresión de alegría en el rostro. 

Es un lugar desagradable. Creo que en cualquier momento el techo se viene abajo y las paredes caerán súbitamente sobre mi cabeza, sin darme acaso el tiempo para eludir el golpe. No recuerdo la frialdad de afuera, pero, de pronto dentro del cuchitril la temperatura bajó y una especie de chimenea pequeña apareció  frente a mi. No hay leña suficiente y la reducida llama se aferra a la vida quemando lo que sea qué encuentre a su paso.

Al centro del cuarto, una mesa de cuatros espacios, vieja, sucia. Al rededor sus cuatro sillas de madera en las peores condiciones. 

- Es gente pobre, muy pobre- pienso sin mostrar ninguna expresión en el rostro. 

Junto a la mujer que nos abrió están, dos niños pequeños, mugrosos y flacuchos. Del otro lado un hombre alto y regordete con un bigote que me irrita

Hay un costal rojo a un lado de la mujer con la que llegué, es raro porque antes no estaba. Ella se agacha para abrirlo y de su interior saca un enorme pavo que pone sobre la mesa. Les sonríe a los dueños del lugar y estos corren, empujándose unos a otros para sentarse y los niños pararse sobre las sillas. Se atragantan a toda velocidad el pavo, arrancan trozos de carne. No usan platos, tampoco cubiertos o servilletas y siguen tragando presurosamente sin masticar, se han ensuciado completos. Yo me siento asqueada por la escena. La mujer con la que llegué se asombró y agregó -El pavo era para que cenáramos todos. Pero ellos la ignoran y continúan desesperados. 

Observo detenidamente a las bestias y después a la mujer que ha cambiado un poco la seña de su cara, parece decepcionada y triste. En un instante el enojo se apodera de mí, vuelvo la vista a la familia y veo como ellos, comienzan a transformarse en cerdos. De las personas no ha quedado rastro, sólo las viejas ropas que vestían pero dentro de ellas no hay humanos. Hay cerdos hambrientos en su lugar. Quedé turbada pero la ira que ya me dominaba sacudió mi cuerpo y de mí sólo salió la siguiente frase en un grito:

- Malditos cerdos asquerosos, todo se tragan.

Les grité tan fuerte que hablé dormida. Fue la frase <<Malditos cerdos asquerosos, todo se tragan>> la que me despertó pues me escuché decirla.

sábado, 3 de diciembre de 2011

FRÍO 630 [Fragmento]

La oscuridad de la noche se aleja mientras el
claro resplandor de los primeros rayos del sol
ganan terreno en el vasto cielo.

Las aves resuenan sus flautas transversas y clarinetes
integrados. Vibran desde su interior y hacen brotar de
la parte oculta de su estómago los cánticos que
envuelven la mañana aún dormida.

En la esquina del buró el reloj con alarma grita
que me levante, he podido estirar el brazo cansado
solo para callarlo y con un golpe le ordeno silencio.

Puedo al fin abrir los ojos pero, yo ya estaba despierta 
y tú también. Lo supe cuando acariciaste mi
espalda y jalaste la sábana, acomodándola a mi
costado, asegurándote que el calor no escapara de
mi cuerpo ni de ti.

Pero no quiero moverme, te abrazo para que
no te despegues de mi. Tiemblas porque tienes frío
y yo estoy segura, lo más inteligente es que hoy
no vayas a trabajar y te quedes acostado conmigo.
Toda la mañana, todo el día.

Me envuelves con tus brazos, ya estoy dormida
pero entre sueños he sentido tus besos tímidos.
Tampoco te atreves a irte, no estás convencido de
abandonarme y te acomodas otra vez. Ignoras
el sentido de responsabilidad que retumba en tu
cerebro porque me amas demasiado.

Tus manos recorren mi piel. Dormimos desnudos
como siempre después de hacer el amor, el recuerdo
te reclama y tu ansías. Deseas quedarte cinco minutos
más.

- Te amo - susurraste a mi oído y con sumo cuidado
desprendiste tus piernas de las mías. Tomaste la
almohada y la pusiste a mi lado pero, yo sé que no
eres tú.

El frío te cala hondo, a mi me ocurre exactamente
lo mismo. Te observo levantarte y acariciar tu 
cabellera. Caminas al baño y escucho la regadera.
Te imagino sintiendo el agua relajante y me incorporo
para correr y bañarme contigo. Bajo el chorro caliente.

Estás asombrado de verme ahí, me sonríes y yo 
no hago más que abrazarte para concluir con un
beso. El bautizo matutino, es el que nos une hasta 
que lleguen la luna y las estrellas y tú regreses
a casa. Y tú regreses a mí.



Esa Maldita Yo



jueves, 1 de diciembre de 2011

Despertando al Caos

3:45am
Agitada, empapada en sudor y de nuevo sola, sola en mi habitación. ¿Qué día es? tampoco el celular me lo decía. Cerré los ojos, pensé en tranquilizarme, perdí la noción y quedé dormida.

4:45am
Han pasado exactamente 45 minutos desde mi último abrir de ojos, no sé si estoy despierta, pero esto se asemeja mucho a lo que conozco como la realidad. La cama ahora está completamente mojada, como el pijama. El sudor comienza a inundarlo todo, parece que intenta ahogarme sin que yo pueda darme cuenta, mientras estoy perdida en los sueños que no recuerdo. 

Cierro los ojos y al instante esas imágenes me atacan, ya no hay sólo oscuridad, porque lo que era todo negro ahora cambia significativamente de formas, me muestra lo que yo conozco pero que aún no entiendo. 
No puedo dormir más, me incorporo y me encuentro sentada, miro mis pies, uno tiene un calcetín y el otro está quieto y desnudo. 

Las articulaciones están engarrotadas, incluso moverme lento me cuesta, hago el intento comenzando por el cuello, ¡Crac! algo dentro ha rugido como un trueno. De a poco, juego con el ritmo de mi corazón como único acompañante sonoro para conseguir movimiento en todo el cuerpo. Lo consigo y me levanto. Camino muy despacio, no tengo prisa y aunque la tuviera, mi cuerpo no está preparado para correr.

Llevo la cabeza en blanco, ¿Qué ha pasado ayer? no tengo una jodida idea, es como si hoy me levantara a la vida después de mucho tiempo. 

Quedo frente a la ventana, tras la cortina se asoman las luces de la calle, la jalo para quedar frente a la soledad, no hay personas, no hay pájaros, no escucho el ladrido de algún perro o el rechinar de los autos, ni la madrugada responde.

Sé que alguien falta en mi cama pero, ¿Quién?, un momento, ¿Quién soy yo?, ¿Cómo me llamo? La cabeza me late, estoy pletórica de quién sabe qué.

He vuelto a la cama, tengo que cerrar los ojos y dejarme llevar, tal vez ahí, en ese mundo yo pueda hallar respuestas, pero no tengo preguntas, en el fondo, estoy segura, no debo conocer la verdad.







-Estoy acostada en la cama, con los ojos cerrados, sólo intento ver qué pasa si permanezco así, viendo lo que hay al otro lado pero, nada puede pasarme, es como los sueños-

De entre la negrura, veo destellos, abarcan todo el rectángulo de mi visión, son blancos y hay más y más, iluminan el entorno, iluminan, iluminan.

Se han formado figuras geométricas, son de todos los colores y al centro, un enorme triángulo invertido, se acerca y me indica que debo ir hacia abajo. Camino entre el blanco y la geometría, creo que puedo caer en cualquier momento. Por alguna razón estoy pensando en música y ahora el lugar está sonando, pero no conozco la melodía, no sé cómo se llama. Entre más camino hacia el triángulo, este se aleja más, es dorado, como el oro y brilla, estoy segura que puede reflejarse en mis ojos.

-Pensé en música y apareció, tal vez si pienso en helado pase lo mismo. A mi lado, una montaña de helado de chocolate, arriba puedo ver la crema batida con fresas y chocolate líquido, acaba de aparecer de la nada. Comeré un poco, se ve tan delicioso. 

El triángulo ha girado, ahora indica que camine hacia arriba pero, yo no he hecho más que caminar al frente, porque no veo dimensiones, todo es tan ¿plano? He tenido que dejar el helado para seguir, podría pensar en cualquier cosa y ésta seguramente aparecerá -Ten Cuidado con lo que Deseas- recuerdo la frase, pero no sé de dónde.

Ahora estoy frente al triángulo, parece un botón enorme, es tan alto que desde donde estoy no puedo ver bien la punta, debo oprimirlo. Estoy tratando con todas mis fuerzas y entonces este al fin se movió, quedó presionado y una luz interna le ha encendido. He mirado atrás de mí, ya no hay nada, sólo está el blanco inmaculado ante mis ojos y delante, el botón que ya no es un triángulo, es una flecha parpadeante.

-Arriba- dije. Algo está temblando bajo mis pies, ahora me eleva y la flecha ha quedado abajo, todo sigue blanco y no hay nada que observar. -Alto. El ascensor se detiene, pongo un pie al frente y confirmo que no voy a caerme, noto la dureza y avanzo, no es diferente al lugar de <<Abajo>> pero entonces. Veo al fondo una pequeña figura oscura, ¿qué es? no puedo evitarlo y corro hacia ella, pero esta no se mueve, cada vez la veo más cerca y más, más, más.

Al llegar comprobé que se trataba de una puerta, a un lado una pequeña inscripción en una placa plateada reluciente, dice: Piense, Sueñe y Abra.

Entiendo de que se trata. Pensé en un águila gigante, la imaginé y dejé que la mente hiciera la suyo, soñé que estaba sobre ella volando el mundo y entonces abrí la puerta y entré.

El águila, ahí está frente a mí, se ha inclinado, parece que quiere que me suba, al rededor todo sigue igual de blanco, lo único que está frente a mi es el águila. -No hay nada mejor aquí, subiré.

He trepado a su lomo, los nervios me están traicionando, como el que se siente cuando te subes a un juego extremo en las ferias, no recuerdo haberme subido a alguno, pero, tampoco recuerdo mi nombre.

-Vuela- ordené. El enorme animal ha emprendido el vuelo, sé que estoy volando porque las alas se le mueven y ha encogido las patas pero, no siento el aire, todo sigue tan blanco como antes.

-Imagina- dijo una voz.

No entiendo muy bien de qué se trata, pero pensé en el aire rozando mi piel y ahora lo estoy sintiendo, imaginaré que volamos sobre un lago, el lago apareció. Estoy llenando todo el lugar, árboles, el clima es frío, a lo lejos visualizo un castillo medieval, es hermoso, muy bello.

Pero entonces, por un instante, tengo miedo, no sé a qué, no sé por qué, pero el miedo me domina y ahora, todo el hermoso lugar se va cayendo a trozos, del cielo azul ha caído un pedazo y todo comienza a derrumbarse, dejando en el lugar vacío el negro penetrante, el Águila ha pegado un chillido, es como si estuviera muriendo, deja de aletear y va cayendo en picada, yo estoy cayendo también. El lago ya no está, nada amortiguará el golpe, el negro está por todos lados, me estrellaré, falta poco, lo presiento, 

-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.







Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
- Rápido Enfermera, Electroshocks. La máquina.
- Sí Doctor.
- Póngalo ahí, de inmediato. Deme eso. Uno, dos tres, descarga. Uno, dos tres, descarga. Uno, dos, tres, descarga.
- Doctor, no responde.
- Uno, dos tres, descarga. Uno, dos, tres, descarga. Uno, dos, tres, descarga.







Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, tiii, tiii, tiii, tiii, tiii.

-Ha vuelto, ha vuelto, Doctor ya ha vuelto.
- Llévese esto y regrese pronto, ya sabe que no puede estar sola ni un segundo, necesito que ahora la vigilen más, incrementen la seguridad y los cuidados deben ser intensivos. Registre el incidente, son las 6:45am. Ella estará bien, estará bien.
- Pero Doctor, lleva más 4 meses en coma, ha sufrido al menos 6 paros cardiacos, ¿No cree usted que ella debería descansar ya?. Tal vez ella desea partir.
- ¿Estás loca? Soy el Director de este hospital y nadie debe contradecir mis órdenes, invertiré todo mi dinero si es necesario.
- Pero Doctor...
- Haz lo que te he dicho, ahora, lárgate. Es mi hija, no la dejaré morir.


-Es mi hija, no la dejaré morir. Todo está bien pequeña, todo estará bien, te lo prometo.







12:45am
 Me siento un poco mareada, ya todo está oscuro, no sé qué día es pero mi reloj parece andar perfectamente. Mi cuarto parece más ordenado que antes, todo se ve exactamente igual excepto por ese cuadro que está colgado en la pared, en él sólo hay una flecha dorada y el fondo es todo blanco, no hay más. Creo que la oscuridad me traiciona pero, parece que la flecha se está moviendo.