domingo, 18 de diciembre de 2011

Matar al Enemigo [Fragmento]

-Toma el Arma.

-Pero yo no sé disparar, jamás lo he hecho.

-Te digo que la tomes.

-Pero... señor

-¿No entiendes?

El sujeto tomó el arma que el otro mostraba frente a su cara, tenía miedo y temblaba como si hubiera sido sumergido en agua helada. La pistola le parecía muy pesada, nunca tuvo una en sus manos que no hubiera sido de juguete.

-Señor, yo no quiero hacerlo

-Si no haces lo que te digo tu cabeza volará en pedazos. ¿Puedes ver ese bote de basura que está allá?

-Sí, sí señor.

-Ahí quedarán tus restos. Sólo me tomaré el atrevimiento de guardar una de tus manos. Esa en la que llevas el anillo de matrimonio, que brillante seguro costó una fortuna. Se la enviaré a tu esposa, probablemente quedará traumatizada cuando abra el paquete y encuentre en el interior esa cosa ensangrentada, las niñas tampoco podrán superarlo nunca, pobrecillas.
-No te metas con ellas.

-Shhhh tranquilo Scotty, ya sabes lo que tienes que hacer y entonces, después de eso podrás volver tranquilamente a tu casa, abrazaras a tus pequeñas hijas y le harás el amor a tu esposa toda la noche. Estuviste cerca de la muerte y el sexo te regresará a la vida. Ahora, levanta el arma y tómala con ambas manos.

-Estás enfermo. Eres un jodido psicópata.

-¿Estoy enfermo? Sí, ¿Soy un jodido psicópata? también- el hombre termino la breve secuencia de preguntas y respuestas, miró al vació y después dejo salir con toda la vehemencia que podía una estruendosa carcajada y agregó -Scotty, se ve que eres un hombre muy bueno. Trabajas todo el día para ofrecer la mejor vida a tu hermosa esposa, tienes dos autos, una linda casa, los domingos de parrilladas, un excelente puesto en esa compañía que es lo mejor del momento. Incluso tienes unos zapatos costosos, eso sí, te falta un reloj. Creo que haré mi última herencia.- jaló la manga de su traje para dejar al desnudo su muñeca, traía un bellísimo reloj que enseguida demostraba poder y fortuna. Se lo quitó en un momento y estiró la mano para ofrecérselo a Scott.

-Yo no quiero tu reloj.

El hombre sonrío y chasqueó tres veces la boca en forma de negación, emitiendo un ruido parecido al que se hace cuando llaman a las ardillas y dijo - ¿Sabes cuál es tu problema Scotty? tú siempre quieres ser mejor que los demás. Claro que, ser así tiene sus ventajas, por esa forma tuya tan necia es que tienes el puesto que tienes pero la gran desventaja de todo esto es que no puedes aceptar un simple reloj que un amigo te regala. En tu mentecilla está la idea de que si lo aceptas demuestras debilidad. Muy mal Scotty, debes ser humilde. Ahora acepta este obsequio que te hago. Vamos muchacho ¿nunca usaste uno? ponlo en tu muñeca.

Scott extendió la mano y lo tomó. Lo miro por un instante, de verdad que era hermoso. Una joya exclusiva que seguramente pocos tenían. Colocó la pistola bajo el brazo para poder colocarse el reloj y una vez puesto el sujeto extraño dijo -Maravilloso Scotty, cuídalo mucho. Vale más de lo que tú ganarías en un año de trabajo. Ahora que he sido un hombre muy generoso estoy seguro que llegaré directamente al cielo. Quizá Dios se levante de su asiento para ofrecérmelo a mí- Las risas del hombre envolvieron la atmósfera en donde parecía que el aire pesaba y dificultaba respirarlo.

Scott no tenía alternativa y lo sabía. No podía huir, de hacerlo el hombre lo mataría a él y a su familia. Algunas horas antes, cuando fue capturado él sujeto le advirtió sobre lo que pasaría y además le contó detalle a detalle lo que Scott y su esposa hacían durante el transcurso del día. Minutos después aquél sujeto hizo la extraña propuesta y le ofreció agua que, seguramente llevaba algún químico porque de momento Scott cayó desmayado y despertó algunas horas después.

Todo estaba muy bien planeado, pensó Scott. Y decidió sin dar más vueltas al asunto que debía hacer lo que el hombre quería. Tenía miedo pero saber que la vida de su esposa e hijas estaba en juego le otorgaba cierto valor. Un valor que en raras ocasiones mostraba porque él no era un hombre de violencia. Apenas tuvo peleas en su adolescencia pero contrario a eso, había ganado muchos amigos que le apreciaban bastante por aquél sentido de justicia que siempre mostró desde muy pequeño. 

Una vez, aún en el colegio llegó un chico nuevo a la clase, los problemáticos del salón lo esperaron al receso para darle una bienvenida pero Scott lo sabía porque él era amigo de todos y de ellos también. El muchacho nuevo caminaba solitario por un pasillo del patio cuando fue acorralado por los demás niños que se mostraban desesperados por golpearlo y además quitarle su dinero. Pero antes de que el más grande impactara su puño en el ojo izquierdo y azul del nuevo, Scott llegó y dijo -Chicos, no es necesario golpear a este compañero, es amigo. Antes de salir al receso le hablé de todos ustedes y él muy amigablemente ofreció invitar el desayuno a todos nosotros el día de mañana. Qué pena que ahora le hagan ese recibimiento, seguro se ha retractado de la oferta. Los demás chicos lo miraron sorprendidos y el del puño cerrado y apretado miró al niño que continuaba frente a él, temeroso y angustiado y le pregunto –Hey, eso que ha dicho Scott ¿Es verdad? pero el muchacho no entendía nada de lo que pasaba y a penas pudo contestar - eh, sí, sí. Eso es verdad pero veo que no soy bienvenido. Todos tiraron carcajadas y Scott colocó un brazo sobre el muchacho nuevo para llevárselo a otro lugar del patio, volvió la cara a los demás y les recordó - Chicos, mañana recuerden que él nos traerá desayuno a todos, ahora es nuestro amigo. No intenten espantarlo o podríamos perdernos de unas deliciosas salchichas. -No, no Scott, no hay problema. Hey, amigo. Esperamos mañana la comida y discúlpanos.

Los recuerdos se le fueron esfumando de la mente. Ahora no podía hacer nada que no fuera lo que desde un principio el sujeto le dejo claro. Enormes gotas de sudor comenzaron a llenarle la frente y escurrirle de las patillas. Estaba a punto de cometer un crimen.

- Se termina el tiempo Scotty. Será mejor que te apresures. Después de esto tienes una misión más que hacer o de lo contrario- guardó silencio por un momento y terminó diciendo en forma de canción - Conoces las consecuencias.

Scott tomó del arma con ambas manos y apuntó a la frente del hombre. Este no se movió y en sus ojos mostraba tanta calma como el mar en un día de verano. Verlo así, con tanta paz y tranquilidad desconcertó a Scott pero ya no importaba lo que pasara después, tenía el tiempo en su contra.

-¿Qué pasará después?

-Después, tomarás de mi bolcillo algo que es para ti. Te irás pronto para que cumplas con la última tarea. No dejes rastros, debes ser muy cuidadoso. Tanto como lo eres en tu trabajo con todos esos números que tienes a cargo.

-¿Mi esposa estará bien?

-Claro que sí. No seas desconfiado Scotty. Termina ésta y la última tarea que te he encomendado, debes llegar a cenar. Pero recuerda, si intentas salirte con la tuya... dejemos las cosas malas y sigamos.

-Muy bien, no te muevas.

-Gracias Scotty, eres un buen muchacho. La vida te recompensará por tu bondosa acción- y las carcajadas salieron de nuevo de la boca de aquél sujeto.
Scott, suspiró y miró por última vez los ojos relajados del sujeto. Apuntó y espero unos segundos intentando responderse si lo que hacía era lo correcto, fue interrumpido por las palabras ansiosas del hombre que lo esperaba -Queda poco tiempo.

-Adiós- dijo Scott y jaló del gatillo. La bala atravesó con toda la rapidez posible la frente del extraño. Éste se derrumbo y quedó tirado en el suelo con una ligera expresión de tranquilidad en la cara. Con las piernas extendidas y extrañamente con ambas manos en el pecho. Era todo un muerto acomodado dentro del ataúd.

Scott, estaba sorprendido. Acaba de matar a una persona que se lo había exigido. Pero el tiempo seguía y ahora él no tenía oportunidad para detenerse a meditar. Debía seguir. Vació el bolcillo del muerto tal como este se lo había ordenado. Salió del lugar sin mirar atrás. Se escurrió oculto entre las sombras, como un insecto, como una cucaracha. Olvidó por un instante que se había convertido en un asesino y que el cadáver de su primera víctima estaba atrás, apenas a unos pasos de él. El juego debía continuar.



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