sábado, 10 de diciembre de 2011

Ajeno

Frente al espejo veo una cara con la misma palidez que la de un enfermo. Los ojos hundidos pero el globo ocular parece más grande y el iris se muestra completo y desesperado. Las mejillas están chupadas. Hay una calavera frente a mí con una delgada capa de epidermis. 
Entre unas manos flacas está la cara y estas aprietan con fuerza y jalan el pelo y entierran las uñas.
La respiración suena profunda y veloz.

Sigue la cara frente a mí. Se está transformando en el demonio oculto. Entonces ellos aparecen y sigo viendo a través del espejo como susurran al rostro, están atrás de aquélla. Son los mismos que yo conozco. Son mis amigos del infierno con los que hablo y entonces entiendo, la cara que veo es la mía. Y me da miedo. Le temo a la que está frente a mí. Soy yo, pero luzco diferente.

- Hazlo, hazlo, hazlo - gritan todos entre carcajadas.

Y entonces me estoy perdiendo, porque dentro de mí la dueña del nuevo rostro reclama el cuerpo que poseemos. Y otra vez se transforma, se está riendo. Ha caído en la locura y yo no puedo hacer nada más. Me dejo llevar y entre las tinieblas diviso como ellos colocan largas líneas de heroína. Y esa que está frente a mí, la que soy yo, inhala profundo y yo me pierdo porque ya no puedo ver más con sus ojos el mundo. Desde hoy quedo oculta y evaporada. No existo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Opiniones: