miércoles, 14 de diciembre de 2011

La Red

El hombre que nace de la tierra, de su madre que es la gloria incierta de la naturaleza. Madre tierra. El hombre es mujer o varón con semejanza de inteligencia que delinean a cada persona individual, con similar anatomía y de ellos sólo hace diferencia aquél que juzgó (si es qué existió) desde arriba y que llenó como una plaga la mente de la humanidad. No reclamo las injusticias históricas que la ley enuncia sin igualdad de género, sin imparcialidad de sexo contra la mujer desventurada y desgraciada. De Lilith a Eva, de bruja y hechicera es culpable de tragedias todas juntas, todas ellas pero insisto, son abusos y de estos crímenes irreparables no se olvidan porque dejan huellas.

Ella sólo sonríe al sol, luna y estrellas. Porque ella y yo somos el homenaje, la esencia de la vida y de la tierra. Aún repito que no reclamo, por los actos pérfidos que musitan miedo y enloquecen a mis amigas las mujeres y son sólo ellos, los hombres que entorpecen pero solamente los que faltos de dignidad y autodesprecio sienten, los que levantan la mano y violan a las niñas inocentes. 

Con una hebra, un hilo de mi pelo castaño arrancaré audaz y pareceré agresiva pero será para tejer sin que sepa, la red que enjaula, al hombre egocentrista y a la mujer traicionera que inducen a la guerra y desigualdad obtusa. Quedarán atrapados los estúpidos pensamientos de inferioridad y superioridad. Todos somos iguales pero con diferente capacidad de amar, no por qué de reglas se trate, no por qué ellos menos y ellas más. Se trata de desequilibrio emocional. Yo me amo y me respeto y así igual haré con aquél al que quiero.

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