miércoles, 30 de mayo de 2012

Su nombre

Ha vuelto a mirar las estrellas atravesando el cemento del techo. Traspasó la cortina de las muchas ventanas pequeñitas para ver la luna. Entonces en la pared percibe de forma casi definida un trozo del universo con estelas de asteroides, con planetas y siluetas perdidas. Se pierde mirando desde la mente.

Siluetas, siluetas, siluetas de un recuerdo. Se pregunta  -¿Por qué ha dicho el nombre de ella y no el mío viéndome a mí a los ojos?

Comprende, sabe la respuesta. No hay mucho que pensar. Decide irse poco a poco, lento y en silencio, sin que sepan. Muy dentro de si ha juzgado siempre que ése te amo ha sido sordo, mudo, ciego. 

No guarda enojo ni dolor sólo guarda la duda.

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